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EL CENTENARIO DE LA AVIACIÓN MILITAR

Han pasado cien años desde aquel 11 de febrero de 1913 en que se firmara el Decreto Supremo que diera vida a la Escuela de Aeronáutica Militar, acontecimiento que puede ser considerado como el acta de bautismo de la aviación chilena.

 

El nacimiento de nuestra Aviación Militar se producía a sólo diez años de aquel primer vuelo de los hermanos Wright y cuando distaban menos de tres años desde el primer vuelo realizado en Chile por César Copetta, quien piloteando un avión Voisin, sobrevoló Ñuñoa por escasos minutos. Esto nos habla del vanguardismo y de la mentalidad visionaria de los oficiales que fueron los responsables de los inicios de la aviación en el Ejército.

Al conmemorarse estos cien años, es de justicia traer a la memoria las figuras del General Arístides Pinto Concha y del Teniente coronel Pedro Pablo Dartnell Encina, quienes observaron en Europa los primeros “experimentos” aéreos y emitieron informes que ponían de relieve la eventual aplicación militar de la naciente aviación: “… y si el progreso de estas máquinas voladoras continuara y se lograra agregarles algún dispositivo que permitiera lanzar proyectiles desde lo alto me imagino, Sr. General, el peligro que será para los puentes,fortificaciones y de todo aquello que fuera visible desde la altura.” (Extracto del informe de Dartnell al General Arístides Pinto, fechado el 20 de diciembre de 1910).

Esos persistentes informes, consiguieron persuadir al gobierno sobre la necesidad imperiosa de enviar oficiales a Francia, a donde en 1911 parten los tenientes Manuel Avalos Prado y Eduardo Molina Lavín, quienes se gradúan como nuestros primeros pilotos militares. Al poco tiempo, el capitán Avalos sería el seleccionado para dirigir la naciente Escuela de Aeronáutica Militar, que quedó ubicada en Lo Espejo, a diez kilómetros al sur de Santiago, y dependiendo del recién creado Departamento de Aviación del Ejército.



Como vemos, las páginas iniciales de nuestra historia aéreo-militar fueron protagonizadas por oficiales del Ejército de Chile. A los ya nombrados, se van sumando actores de gran fama y relieve: Dagoberto Godoy, Adolfo Menadier, Diego Aracena, Armando Cortínez, Arturo Merino y tantos otros. No puede restarse mérito a varios pilotos civiles que hicieron una enorme y audaz contribución al desarrollo de la aviación nacional, entre ellos: los hermanos Copetta, Sánchez Besa, Acevedo, Fuentes y Cattaneo. 



También es menester mencionar que en 1916 concurrieron oficiales de la Armada a hacer su curso de piloto en el Ejército, aunque la Aviación Naval fuera oficialmente creada en 1923.

El 21 de marzo de 1930, el presidente Carlos Ibáñez del Campo firmó el decreto supremo que dispuso la unificación de los servicios de la Aviación del Ejército y de la Armada, creándose así la Fuerza Aérea Nacional, que a los pocos años pasó a denominarse Fuerza Aérea de Chile. De esa forma, nuestro país pasó a ser el quinto en el mundo que contó con un arma aérea independiente.


Ha sido esta institución hermana la que ha cultivado las tradiciones y ha escrito con prolijidad la historia de nuestra aviación militar, incrementando sus capítulos con nuevas hazañas y con un notable desarrollo. Sin embargo, en el Ejército no se olvida a aquellos militares –oficiales y clases- que fueron los precursores del dominio del aire. Es por esa razón que la actual Brigada de Aviación del Ejército, exhibe con orgullo su lema: “ Primeros en los Cielos de la Patria”.

Artículo gentilmente enviado por la Academia Chilena de Historia Militar.



 

 

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